Aproximadamente desde el mes de mayo y hasta el día de hoy, innumerables personas se han puesto en contacto conmigo para preparar oposiciones. Algunas de estas personas ya están pensando en preparar las oposiciones de Magisterio, recién terminadas, y otras las de Secundaria. En ambos casos, percibo afán de empezar ya. Muchas ganas. Mucho entusiasmo. Quieren el temario. Quieren la normativa. Quieren empezar ya. Esto contrasta con lo que vengo observando en los últimos años. Cuando comienza la preparación, a los pocos meses, esas ganas y ese entusiasmo, en bastantes ocasiones, se ha transformado en ansiedad, autoexigencia y frustración, que tienen como resultado una escasa dedicación a las oposiciones. ¿Qué ha pasado en este intervalo de unos pocos meses? Hay varias emociones comunes al hecho de opositar que pueden influir en este cambio:
- Tener dudas sobre ti y sobre la elección que has tomado: ¿seré capaz? ¿lo estaré haciendo bien? ¿valdré para esto? ¿me habré equivocado? ¿los otros opositores estarán estudiando más o mejor? ¿merecerá la pena? ¿llegaré hasta el final?
- Sentir sobrecarga, tener la sensación de que no puedes dar respuesta de manera satisfactoria a todo lo que la oposición te demanda.
- Sentir ansiedad: la ansiedad es un estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo que puede implicar una intensa sensación de nerviosismo acompañada de palpitaciones, tensión muscular, opresión en el pecho, sensación de ahogo, etc. A nivel cognitivo la ansiedad se caracteriza por la presencia de preocupaciones, pensamientos catastróficos o la anticipación de fracasos con ideas como: “no soy capaz”, “voy a suspender”, “nunca voy a aprobar”.
- Tener sentimiento de culpa por no haber estudiado más o no haber estudiado mejor durante el día.
- Presentar altos niveles de auto-exigencia, tener la sensación de que nunca se hace lo suficiente.
- Pensar solamente en la oposición, dejando de lado otras actividades a favor de dedicar más horas a estudiar.
- Sentir soledad cuando dejamos de hacer otras actividades y a posponer reuniones familiares o con amigos, empezamos a sentirnos solos e, incluso, no apoyados por los que nos rodean.
- Afecciones físicas y somatizaciones: insomnio, dolores de cabeza, espalda o pecho, problemas digestivos o dermatitis, son algunas de las consecuencias que se pueden llegar a sentir.
Es lo que se conoce como síndrome del opositor, y la verdad, cuando alguna persona se siente así, puedo entender perfectamente que su dedicación sea baja y que no quiera continuar con el proceso. Simplemente quiere dejar de sentirse así. A todo lo anterior, hay que resaltar que aprobar unas oposiciones no es fácil. Demanda altos niveles de organización, planificación y esfuerzo. Los aspectos organizativos y de planificación, ya los he tratado anteriormente en mi blog: aquí, aquí, aquí y también aquí.
¿Cómo podemos prevenir la aparición del síndrome del opositor?
- ¡Ojo con la autoexigencia! Te desconecta de tus metas. ¿Tienes que estudiar o quieres estudiar? ¿Para qué estás preparando oposiciones? Para mi aprobar las oposiciones supuso un gran orgullo y una gran alegría, especialmente porque lo hice a la primera. Llevaba muchos años trabajando en el mundo de lo social, con trabajos muy vocacionales, aunque mal remunerados y que no me aportaban estabilidad laboral. Llegó un momento en que necesitaba pasar de etapa, necesitaba obtener los recursos y la estabilidad para financiar mis proyectos personales y vitales. Y sin abandonar mi vocación. Ganar cierta independencia y autonomía económica y estabilidad laboral. A partir de ahí, he tenido la suerte de poder ejercer como orientador desde el año 2006, desarrollando mi carrera profesional de manera satisfactoria. Todo esto es lo que me movió a esforzarme y perseverar hasta conseguir mi objetivo. ¿Qué es lo que te mueve a ti? ¿Para qué quieres aprobar las oposiciones? Recuérdate la respuesta a estas preguntas cada vez que dudes…
- Trátate con amabilidad, vigila cómo piensas sobre ti y sobre lo que estás haciendo. Si piensas que lo que haces “no vale para nada” o “es una mierda” estás infravalorando tu esfuerzo y tu trabajo. Los días que no puedas rendir al 100%, que serán muchos debido a tus múltiples obligaciones, a que no eres una máquina o simplemente a que te estás exigiendo demasiado, sustituye esos pensamientos negativos de tipo todo / nada por un pensamiento del tipo “lo estoy haciendo lo mejor que puedo con las circunstancias que tengo”. O, dicho de otro modo, ¿qué le dirías a una persona que está pasando por lo mismo que tú? De esta forma, en lugar de tirar la toalla y luego sentir frustración o culpa puedes conectar con la responsabilidad y hacer “un poco”. Muchos pocos, hacen mucho.
- ¡Necesitarás reorganizarte una y otra vez! Como cuando vamos conduciendo siguiendo las indicaciones del navegador y sin darnos cuenta, nos desviamos de la ruta… el navegador nos redirige de nuevo a nuestro destino por una nueva ruta. Al principio de la preparación harás la “carta a los Reyes Magos”: voy a estudiar todos los días, voy a ir todas las semanas a clase con Javier, voy a hacer todas las tareas y simulacros que él me diga… y luego, resulta que cuando llevas 5 minutos estudiando te levantas porque no aguantas o no quieres dejar de ir a no sé dónde para hacer lo que yo te he pedido que hagas, o viene una mala racha en el curro con mucho trabajo por hacer, o pasa algo en casa con tu pareja, tus hijos o tus padres y no puedes hacer lo que pensabas hacer, que por otra parte, igual no era del todo realista. No pasa nada. Haz como el navegador: redirígete hacia una nueva organización, un nuevo horario, un nuevo hábito… siempre con amabilidad hacia ti, con buenos tratos hacia tu persona.
- Hazte un plan de estudio inclusivo. Que se adapte a ti, a tus características, a cómo aprendes, a cómo estudias, a lo que te hace sentir bien y te motiva… un plan de estudios que te permite alcanzar tu objetivo, contemplando que tu objetivo sólo lo alcanzarás si planificas cosas que te hacen sentir bien y te recargan las pilas. A poder ser, usa estos elementos como recompensa tras haber estudiado. Hacer deporte, tener vida social, meditar, dormir hasta tarde… obviamente cuando se acerque el día del examen, ese plan de estudios se “apretará” y será más exigente. ¡Pero eso sólo será al final! El resto del tiempo no tiene por qué ser así. Empieza por un nivel de exigencia menor y progresivamente ve aumentándolo. Incluye apoyos en tu plan de estudios. ¿A quién o qué puedes acudir cuando te sientas mal?
- Relativiza. Independientemente de las razones que tengas para estar opositando, ¿qué pasa si suspendo? No hay que pensar en el examen como la única meta en tu vida. Las oposiciones son como escalar una montaña muy alta. Dependiendo del montañero/a, cada uno tarda un tiempo diferente en llegar a la cima. En no pocas ocasiones, es necesario pernoctar en algún campo base… y no pasa nada. No te dejes atrapar por la visión en túnel. Si has tenido un mal día o las que cosas no te están saliendo hoy como tú tenías previsto, no significa que esté yendo todo mal. No solo mires la cima, haz una pausa y mira hacia abajo, reconócete todo el camino que ya llevas recorrido.